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UN ESPECTÁCULO INDELEBLE ⏃ AN INDELIBLE PERFORMANCE

Sebastián B.
4 dic 2017
14 Min. de lectura

Actualizado: 21 feb 2018

Photo by Sebastián Barbosa O.

〈Esta entrada se ve mejor escuchando "Viðrar vel til loftárása", de Sigur Rós〉

Aún trato de asimilar la increíble noche que acaba de terminar y la forma en como sentí dos emociones intensamente desde ambos polos: alegría y nostalgia como nunca antes...

Desde que tengo memoria, he tenido un amor inconmensurable por Islandia y prácticamente todo lo que hace parte de este increíble país. Como sus extraordinarios paisajes, su clima frío, la gente, los pequeños frailecillos, sus geniales lopapeysas, la naturaleza, su historia (llena de relatos míticos y hermosas leyendas sin igual), sus costumbres, y aún más, su perfil altamente artístico con mis artistas preferidos. No solo es hogar de mi cantante favorita, la inigualable Björk, sino también de la banda que me dio un significado de la vida completamente diferente en un punto crítico de mi existencia, y es Sigur Rós; el actual trío que amaré como mi banda número uno hasta el día de mi muerte (dudando en llegar a encontrar otra banda que me haga sentir todo lo que ellos logran transmitirme).

Recuerdo haber encontrado la primera canción de ellos por total serendipia cuando era niño, Ágætis Byrjun —de su álbum homónimo, una bellísima pista que me cautivó desde la primera nota que sonó, haciéndome sentir una inmensa tranquilidad interior. Después de ello, deseaba escuchar todas sus canciones en el mismo día y fue como estar en éxtasis en donde la roca más diminuta, había tomado una gran belleza para mí. Me volví más sensorial y emocional en ese instante. Tanto así, que aún siento una enorme conexión con la naturaleza que no deja de conmoverme cada día.

En aquel entonces, Sigur Rós solo había lanzado dos álbumes: Von (1997) y Ágætis Byrjun (1999); únicamente 22 canciones en total que no fue nada fácil conseguir para este tiempo. Y aún así, lograron cautivarme por completo. Si bien no fue mi banda favorita de inmediato, ya había tomado gran relevancia en mi vida. Fue hasta un par de años después que SR se convirtió en mi #1, por acontecimientos de la vida que hicieron que su música lograra llenarme de esperanza en los momentos más fuertes, en donde todo parecía no tener rumbo alguno y el único sentido en mi mente sería ahogar hasta la última gota de vida en mí en el pozo más oscuro. En su música, pese al alto nivel de nostalgia que lleva consigo, prevalece la belleza de la vida y el dolor que conlleva hacer parte de ella —pero que de algún modo, vale la pena sentirla.

Fue para estos momentos, en que el tema Untitled #1 (Vaka), se convirtió en un tipo de himno personal que dividió dos partes de mi vida, sintiendo el mundo como un espacio lleno de misterio que anhelaba comprender con el pasar de los años. La hermosa voz de Jónsi (el vocalista de la banda), de algún modo complementa esta perspectiva desde el sentimiento con mayor lamento, hasta una excesiva euforia o rabia contenida que desea explotar como lava volcánica que logra encontrar su paz disolviéndose minutos luego. Además de ser una canción hermosamente conmovedora, el video siempre me ha hecho sentir tanto existencialista, como agradecido. Es un mundo vacío post-apocalíptico visto a través de los ojos de un niño. Todo lo que rodea a estos chicos es tóxico y horrible, pero aún así logran divertirse en el patio de recreo, en donde el invierno ya no es una belleza blanca, sino que está lleno de cenizas. Un mundo en donde ni siquiera pueden respirar el aire al que estamos acostumbrados —algo no tan irreal en un futuro cercano para todos nosotros.

Hay diversos artistas y canciones que me conmueven en gran manera, pero no exagero: no hay absolutamente ningún otro artista que pueda transmitir todo lo que Sigur Rós logra hacer conmigo. Es como llegar a sumergirme en una canción de ellos e imaginarme flotar desde los glaciares de Jökulsárlón hasta las pequeñas aldeas de Skógar (en donde podría llegar a visualizarme habitando una de estas pequeñas y místicas casas). O cuando su música se torna post-rock, se puede sentir cómo hace alusión a una erupción volcánica como si de Eyjafjallajökull se tratase (no, no tengo idea de cómo escribirlo ni mucho menos pronunciarlo —acabo de copiarlo de Google, solo pretendo saber estos llamativos nombres islandeses para sentirme parte de ellos por un instante).

Por razones como estas, y muchas más, es que esta banda ocupa un enorme espacio en mí. Y la verdad soñaba con llegar a verlos en vivo en algún punto de mi vida, pero lo sentía tan lejano para llegar a ser una realidad —teniendo en cuenta que vienen de un país muy lejano de donde vivo, por su tipo de música tan único, y por falta de reconocimiento internacional. Aunque en los últimos años, han llegado a ganar más fama al ser parte de las bandas sonoras de un par de famosas películas y series, al usar dos actores de primera categoría de Hollywood en sus videos (Shia LaBeouf y la chica de mis sueños, Elle Fanning); y por algunas giras que han venido realizando. Gracias a esto, Sigur Rós ha llegado a obtener un mayor número de fans alrededor del mundo —lo cual me llena de alegría por su éxito, pero a la vez me causa una leve nostalgia porque solía sentir su música mucho más "personal" (como si fuese dirigida únicamente para mí... yo sé, ¡celo demasiado con la música!).

Aunque claramente este reconocimiento hizo que fuese posible que la banda decidiera hacer una gira más en países que no había visitado aún. Lo que los llevó directo a mi país nativo y al momento de enterarme que estarían presentes en la ciudad en que nací, no podía controlarme de emoción. Fue la emoción más grande que sentí al saber que les vería más pronto de lo que imaginaba, y más aún, aquí. La verdad pensé que solo llegaría a verlos en Islandia en algún día futuro. Así pues, fui de los primeros en comprar la entrada, ansiando que cada hora se pasara rápidamente hasta que llegara el gran día.

Meses después, llegó el 2 de diciembre, el tan anhelado día del festival. Honestamente nunca pensé que se podría sentir tanta alegría, ansiedad, nervios y melancolía al mismo tiempo. Estaba en una localización sabiendo que esta banda que significaba tanto para mí, se encontraba en el mismo lugar preparándose para su gran presentación en un par de horas. Al llegar la medianoche, se apagaron las luces, se retiró el cantante anterior tras su terrible presentación y finalmente, mis oídos encontraron paz en unas notas sostenidas de sintetizador que nos mantuvieron a la expectativa por largos minutos, pero que introducían de la mejor manera el ambiente tan surreal que estábamos apunto de presenciar. ¡Era increíble ver la cantidad de gente detrás de mí también ansiosos por verles!

Jón Þór Birgisson (Jónsi)∙Photo by Sebastián Barbosa O.

Afortunadamente logré obtener la mejor posición en primera fila sin cabezas obstruyendo mi vista en el mejor concierto que he presenciado. Un puesto que logré conservar seis horas antes sin moverme con temor a perderlo... Tras estos minutos escuchando esta nota sostenida, las luces se encienden y hacen su apertura con gran entusiasmo iniciando con una de sus canciones más recientes (y la más oscura hasta el momento): Óveður. ¡Estaba atónito ante tal presentación! Jónsi, Georg y Orri frente a mí con un increíble espectáculo visual y auditivo. Fue la primera vez que entendí a aquellos fans de los cuales me burlaba en televisión: llorando y deseando traspasar las barreras solo para abrazar a sus artistas que tanto aman... Sí, deseaba enormemente poder estar sobre ese escenario solo para abrazarles agradeciéndoles por crear la música más valiosa para mí (pero por supuesto que contuve las ganas para no ser expulsado por seguridad —o peor aún, para no convertirme en un meme por la eufórica manera en que los abrazaría)... Sentí un agradecimiento inefable por aquel momento. Tenerlos frente a mí me hacía anhelar con tanto fervor que no se acabara esa noche... Apenas comenzaban a tocar, y yo ya estaba extrañándoles pensando en el fin de su presentación.

Considero que la mejor decisión que tomé, fue el haber ido sin compañía para esta gran ocasión —realmente sí quería ir con alguien en primera instancia, pero nadie que me rodee, conoce esta banda; fue después de preguntarle a dos amigas si desearían ir conmigo y al no haber estado disponibles para este día, decidí aprovechar este momento para mí solo. Fue una experiencia tan personal, que la mejor opción fue no arruinarla al llegar a ir acompañado y recordar aquel concierto por alguna persona en especial, este espacio merecía ser memorable en donde solo éramos Sigur Rós y yo. Nadie más. Si bien estuve solo, la conexión que su música logró crear en el público fue surreal, es como si todos hubiésemos estado tan involucrados, que no deseábamos distracción alguna. No se escuchaban conversaciones, nos olvidamos de la tecnología (a excepción de aquellos momentos para tomar fotografías o videos), pero en donde era imposible dejar que alguna distracción arruinara el protagonismo que tan bien merecía Sigur Rós.

Hubo un momento en que algunos fotógrafos que se encontraban frente a la tarima, estuvieron apunto de arruinar algunos momentos de aquel éxtasis musical en el que nos encontrábamos. Sus terribles modales y falta de respeto hablando y riendo en grupo, casi causa una discusión entre ellos y las personas que estaban a mi lado —y por poco, intervengo con gran molestia. No podíamos creer que fuesen los únicos que decidían hablar en un exagerado tono de su vida personal y contaran chistes entre ellos, cuando tenían semejante banda en frente. Era evidente que no conocían de su música y que no valoraban absolutamente nada de aquel momento. Con discreción, le pedí a uno de ellos que bajara la voz, y descaradamente grita en respuesta "¡hay suficiente espacio, puede moverse de lugar si le molesta!" —me llené de tanta indignación que casi le respondo algo peor, pero preferí callar y no dejar que arruinara peor el momento. Ellos decidieron seguir hablando en su tono junto a otras mujeres que aparentaban tener clase... Afortunadamente, su irrespeto no duró mucho, pues un par de minutos luego quedaron cautivados cuando el ritmo aceleró, Jónsi se notaba afligido al cantar con su característico falsetto y las luces parpadeaban rápidamente. De nuevo, la calma se apoderó del ambiente y todo continuó a la perfección.

Realmente me es casi imposible definir todo lo que sentí en tan increíble presentación. Terminaba una canción e iniciaba otra altamente conmovedora, en donde aquellos espacios de silencio eran llenados por los sollozos del público que se permitió dejar llevar por las emociones. Esa fue de mis razones favoritas de aquel espectáculo: la emoción del público y la conexión que enlazamos entre todos. Tanto así, que en algún momento, los fotógrafos llegaron a notarlo y quedaron asombrados con nuestros rostros llenos de sentimientos con la mirada puesta en el trío que nos abrió las puertas de lo verdaderamente valioso de la vida.

Finalmente, no deseo presumir, pero quiero compartir con gran emoción el mensaje que dediqué a la banda y lo publicaron en su página web tras su presentación. Sin duda alguna, un espectáculo indeleble:

Takk, Sigur Rós.

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english version

〈This post looks better while listening to "Viðrar vel til loftárása", by Sigur Rós〉

I'm still trying to assimilate the incredible night that just ended and the way I felt two intense emotions from both poles: joy and nostalgia like never before...

Since I can remember, I have had an immeasurable love for Iceland and practically everything that is part of this incredible country. Like its extraordinary landscapes, its cold climate, the people, the little puffins, its cool lopapeysas, the nature, its history (full of mythical stories and beautiful legends without equal), its customs, and even more, its highly artistic profile with my favorite artists. It's not only home of my favorite singer, the incomparable Björk, but also of the band that gave me a completely different meaning of life at a critical point in my existence, and it's Sigur Rós. The current trio that I will love as my number one band until the day I die (hesitating that I will find another one that makes me feel everything they manage to convey to me).

I remember having found their first song in total serendipity when I was a child, Ágætis Byrjun —from their self-titled album, a beautiful track that captivated me right away when the first note played, making me feel an immense inner tranquility. After that, I wanted to hear all of their songs on the same day and it was like being in ecstasy where the tiniest rock, had taken a great beauty for me. I became more sensory and emotional at that moment. So much so, that I still feel an enormous connection with nature that never ceases to touch me every day.

At that time, Sigur Rós had only released two albums: Von (1997) and Ágætis Byrjun (1999). Just 22 songs in total that were not easy to find back then. And still, they managed to captivate me completely. Although it wasn't my favorite band immediately, it had already taken great relevance in my life. It was until a couple of years after SR became my #1 due to events in my life that made their music fill me with hope in the hardest moments, where everything seemed to have no direction and the only sense in my mind would be to drown every last drop of life in me in the darkest well. In their music, in spite of the high level of nostalgia it brings with it, the beauty of life and the pain of being part of it prevail —albeit in some way, it's worth feeling.

It was through these moments, when the song Untitled #1 (Vaka), became a kind of personal anthem that divided two parts of my life, feeling the world as a space full of mystery that I longed to understand over the years. The beautiful voice of Jónsi (the vocalist of the band), somehow complements this perspective from the feeling full of sadness, to an excessive euphoria or contained rage that wants to explode as volcanic lava that manages to find its peace by dissolving minutes later. Besides being a poignantly beautiful song, the video has always made me feel both existentialist and grateful. It's a post-apocalyptic hollow world seen through the eyes of a kid. Everything that surrounds these children is toxic and awful, but they still manage to have fun in the playground where winter is no longer a white beauty, but instead, it's full of ashes. A world where they can't even breath the air we're used to —something not so unreal in a near future for all of us.

There are different artists and songs that move me greatly, but I am not exaggerating: there's absolutely no other artist that manages to transmit everything that Sigur Rós can do to me. It's like getting to immerse myself in one of their songs and picture myself floating from the glaciers of Jökulsárlón to the small villages of Skógar (where I could get to see myself inhabiting one of these small and mystical houses). Or when their music becomes post-rock, you can feel how it alludes to a volcanic eruption as if it was Eyjafjallajökull (no, I have no idea how to write it, much less how to pronounce it —I just copied it from Google. I only pretend to know these flashy Icelandic names to feel part of them for a moment).

For reasons like these, and many more, is that this band has a huge value in me. And I really dreamed of getting to see them live at some point in my life, but I felt it so far away to become a reality —taking into account that they come from a very distant country where I live, because of their unique music, and for lack of international recognition. Although in recent years, they have gained more fame by being part of the soundtracks of a couple of famous films and series, using two top-notch Hollywood actors in their videos (Shia LaBeouf and my dream girl, Elle Fanning); and for some tours they have been doing. Thanks to this, Sigur Rós has reached a greater number of fans around the world —which fills me with joy for their success, but at the same time it causes me a slight nostalgia because I used to feel their music much more "personal" (like if it was directed solely for me... I know, I'm too jealous with music!).

Although clearly this recognition made it possible for the band to decide to do another tour in countries that they had not yet visited. What took them directly to my native country, and when I found out they would be present in the city where I was born, I couldn't help myself full of excitement. It was the biggest emotion I felt knowing that I would see them sooner than I imagined, and even more, in here. The truth is I thought I would only see them in Iceland sometime in the future. So, I was among the first ones to buy the ticket, yearning for each hour to pass quickly until the big day arrived.

Months later, on December 2, the much-awaited day of the festival arrived. Honestly I never thought that someone could feel so much joy, anxiety, nerves and melancholy at the same time. I was in a location knowing that this band that meant so much to me, was in the same place preparing for its great presentation in a couple of hours. When midnight came, the lights went out, the previous singer left after his terrible presentation and finally, my ears found peace in sustained synthesized music notes that kept us expectantly for long minutes, but that introduced in the best way the surreal atmosphere that we were about to witness. It was amazing to see how many people behind me were also eager to see them!

Jón Þór Birgisson (Jónsi)∙Photo by Sebastián Barbosa O.

Fortunately, I managed to get the best spot in the front row without heads obstructing my sight in the best concert I have ever seen. A spot that I managed to keep six hours before without moving with fear of losing it... After these minutes listening to this sustained music note, the lights are on and they open with great enthusiasm starting with one of their most recent songs (and the darkest until the moment): Óveður. I was flabbergasted at such presentation! Jónsi, Georg and Orri in front of me with an incredible visual and auditory spectacle. It was the first time I understood those fans that I mocked on television: crying and wanting to break through the barriers just to embrace their artists they love so much... Yes, I really wished I could be on that stage just to embrace them, thanking them for creating the most valuable music for me (but of course, I held back the desire to not be expelled by security —or worse, to not become a meme for the euphoric way in which I would embrace them)... I felt an ineffable gratitude for that moment. Having them in front of me made me yearn with so much fervor that that night wouldn't end... They were just beginning to play, and I was already missing them thinking about the end of their presentation.

I believe that the best decision I made was to have gone without company for this great occasion —I really wanted to go with someone at first, but nobody around me knows this band. It was after asking two friends if they would like to go with me and since they were not available for this day, I decided to take this moment for myself. It was such a personal experience that the best option was not to ruin it by going with someone else and remember that concert because of that person. This moment deserved to be memorable where it was just Sigur Rós and I. No one else. Although I was alone, the connection that their music created in the audience was surreal, it's as if we had all been so involved, that we didn't want any distraction. No conversations were heard, we forgot technology (except for those moments to take pictures or videos), but where it was impossible to let any distraction ruin the main role that Sigur Rós deserved so well.

There was a time when some photographers who were in front of the stage, were about to ruin some moments of that musical ecstasy in which we were living. Their terrible manners and lack of respect talking and laughing in group, almost cause an argument between them and the people who were by my side —and I almost intervened with great annoyance. We couldn't believe that they were the only ones who decided to speak in an exaggerated tone of their personal lives and tell jokes among themselves, when they had such a band in front of them. It was obvious that they didn't know about their music and that they valued absolutely nothing about that moment. With discretion, I asked one of them to lower his voice, and he blatantly shouts in response "there is enough space, you can move to another place if it bothers you!" —I was filled with so much indignation that I almost answered something worse, but I preferred to remain silent and not let it ruin the moment worse. They decided to keep talking in their tone with other women who pretended to have class... Fortunately, their disrespect didn't last long, because a couple of minutes later they were captivated when the pace accelerated, Jónsi seemed sorrowful while singing with his characteristic falsetto and the lights were blinking rapidly. Again, the calm took over the atmosphere and everything went on perfectly.

It really is almost impossible to define everything I felt in such an incredible presentation. A song finished and another highly poignant one started, where those spaces of silence were filled by the sobs of the audience who allowed themselves to be carried away by their emotions. That was one of my favorite reasons of that show: the emotion of the audience and the connection we linked together. So much so, that at some point, the photographers came to notice that and they were amazed with our faces full of feelings gazing at the trio that opened their doors to what is truly valuable in life.

Finally, I don't want to show off, but I want to share with great emotion the message that I dedicated to the band and they published it on their website after their presentation. Without a doubt, an indelible performance: